REESCRIBIENDO LA JUSTICIA

Recuerdo que hace más de un año mi lenguaje se había tornado, más aún si cabe, pomposo y grandilocuente a la par que preciso en su rimbombancia. Fruto inequívoco de la constante lectura de artículos materia del estudio opositoril. También es de recibo el decir que siempre he hablado con cierta floritura pero nunca forzadamente pretendida y por tanto pretenciosa, esto ha hecho que en no pocas ocasiones se me tildara de pedante.
En relación al artículo, se plantea una eterna diatriba que me lleva a pensar en la vulgata y Vargas Llosa (por citar a uno de los maximos exponentes del mal llamado boom latinoamericano).
La perdida de la esencia, la domesticación del lenguaje no ha de ir reñida con la practicidad, la democratización y por tanto modernización de éste.
En el termino medio, respuesta fácil, se dirá que está la justa medida. Pero en una tan desigual balanza siempre se ha de proteger a lo minoritario, las raras avis dejan de ser raras para directamente dejar de ser.